He dado la vuelta a la última hoja de mi viejo calendario y he estrenado uno nuevo. 2023. Sus hojas están flamantes, todavía un poco pegadas entre ellas, como queriendo desperezarse, ajenas al protagonismo que les toca por derecho. Es su año.
Mientras sitúo el nuevo calendario en mi mesa de despacho, me quedo con el viejo entre mis manos. Yo, que soy de guardar poco porque “para qué quiero esto, que me ocupa lugar en el cajón”, miro de reojo la papelera, pero por algún extraño motivo me cuesta soltar ese manojo de meses que me ha acompañado en el último año. Su presencia ha sido tan silenciosa como implacable. Por más que yo me resistiera, los días, las semanas, los meses, han pasado ante mí, hoja a hoja. A veces lentamente. A veces demasiado deprisa. Pero de lo que no me cabe duda es que ese calendario silente me ha gritado desde la mesa de mi despacho dos mensajes rotundos:
El tiempo pasa inexorablemente.
La vida es muy corta.
Decido que es hora de deshacerme de él. En ese tránsito de la mesa a la papelera me pasa un año entero por delante. Me resisto a hacer inventario del 2022. «Lo pasado, pasado está» ―me digo a mi misma―pero ese viejo calendario que sostengo en las manos me obliga a detenerme.
–¿Ya está?, me dice.
–¿Y qué quieres que diga?, le respondo.
–No quiero que digas. Quiero que sientas. Si me puedes tirar a la papelera es porque puedes estrenar un calendario nuevo. Es porque estás. Mi hora ha llegado pero la tuya sigue. Aprovéchala.
Me sorprendo a mí misma hablando con un calendario. Repaso sus páginas. Me vienen a la cabeza fechas especiales, celebraciones bonitas, hitos profesionales, amistades nuevas, otras que se han ido, viajes, paisajes, risas, tristeza, dolor, enfermedad, pausa, esperanza.
Pongo los dos calendarios juntos por un momento. Al viejo, antes de tirarlo a la papelera, le muestro gratitud por todo lo vivido. Porque me ha permitido disfrutar de los buenos momentos y aprender de los difíciles. Al nuevo le pido lucidez, para no perder de vista quién soy, qué quiero, dónde quiero estar, con quién y sobre todo, para qué. La vida es muy corta, me vuelve a recordar 2022, como para echar a perder 2023.
Feliz recorrido vital.