EL ABRAZO SILENCIOSO
No hay invierno sin frío. Y no hay frío sin resfriados, gripes y otras tantas dolencias propias de la época. Hace unas semanas, yo misma tuve que ir a urgencias. Con la cabeza un poco embotada y el cuerpo débil, aguardé mi turno en uno de los asientos de la sala de espera. Miré a mi alrededor. Aquel espacio estaba atestado de personas y todas hacían lo mismo, mirar las pantallas de sus teléfonos móviles…